Las fábulas del griego Esopo siguen siendo válidas para educar y entretener. Imperecederas a través de los siglos, en mi opinión, porque la esencia del ser humano se refleja en ellas... hasta que vengan las inteligencias artificiales a sustituirlas.
Antes de que llegue esa distopía, disfrutémoslas como cuando éramos niños.
Espero os guste mi relato basado en hechos reales.
I
Un león dormía bajo la
sombra de un frondoso baobad en la sabana africana. Las cuatro hembras de su
harén habían cazado esa mañana un hermoso antílope y, después del banquete, se
había cepillado a tres: la cuarta para mañana con la fresca, pensó. Además le
había pegado una soberana paliza a un intruso que, de haber sido vencido,
hubiera asesinado a su docena de cachorros para luego refocilarse con las
leonas de su manada: La Ley de la Selva, la llaman esos monos que andan tambaleándose
en dos patas y llevan palos puntiagudos en las otras dos. Suerte que tienen de
tener un dedo al revés para poder agarrarlos…
II
Siguiendo a rajatabla las instrucciones del general Emilio Mola*, el orden y el amor a la patria habían vuelto a reinar en su pueblo navarro, conservando encima sus fueros, y en toda España. Una victoria aplastante, definitiva; se acabó lo que se daba con tanta igualdad, libertinaje y fraternidad. Los pobres y los ricos han existido siempre y así tiene que ser, y él: don Santos González era rico por la gracia de Dios y de sus padres, que le habían dejado extensas y fructíferas tierras, donde seguir plantando los mejores espárragos del mundo… Amén.
Dormía Santos la siesta
junto a su santa esposa, hija única de un requeté terrateniente que había dado su vida en la
guerra civil. Un héroe y… una buena herencia con la que había ampliado sus bienes gananciales. Y además Matilde estaba muy buena.
III
─¡GGGGGGRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRR!
─rugió el rey de la sabana
provocando una estampida de cebras─. ¡Miserable
roedor! ¿Cómo te atreves a molestarme mientras hago la digestión? ¡Te vas a
enterar, so capullo! ─dijo atrapándolo
con su garra de un zarpazo.
─ ¡Uy,
uy, uy! ─dijo el ratoncito temblando
de pavor ─. ¡Me resbalé de la rama
del árbol y me caí encima de su cabeza! Menos mal que tiene usted esa melenaza tan imponente y me paró el golpe. Perdone señor león fue un accidente, no me coma por favor, que usted
ya comió y cualquier otro día puedo echarle una mano en lo que sea.
─
¡Ja, ja, ja, ja, ja! ─rio el león a
quijada batiente ─. ¡Echarme una
mano, dice el tío! ¿Con la cuarta leona? Anda, lárgate de mi vista antes de que
me arrepienta, so mierda. Hoy es tu día de suerte.
IV
A Felipe le habían
expropiado sus tierras en Soria porque se las iban a tragar las aguas del
pantano que estaban construyendo, para poder regar las fincas de espárragos en
Navarra, les dijeron. Por dos perras gordas.
─
Pues
si se la llevan nuestros vecinos, allá nos vamos a trabajar ¡Para echarnos un trago de
nuestra propia agua, al menos, rediez! ─dijo
a su mujer y a sus cuatro hijos pequeños.
Felipe y Rosa lo tenían muy
claro desde un principio y así se lo explicaron a los niños.
─
Si
es para libros: habrá siempre dinero, aunque se coma peor o no se coma en esta
casa ─les dijo Felipe ─ ¡Vosotros a estudiar, rediez, a
estudiar!
Así lo hacían los Jiménez,
con sobresalientes en todas las asignaturas, para poder disfrutar de becas
públicas.
V
─ ¡GGGGGGGGRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRR!
Aquellos monos erectos se
las habían ingeniado para construir una trampa con lianas atadas a un flexible
árbol. El jabalí que habían puesto era demasiado fácil y apetitoso para
despreciarlo…
Los rugidos, las
dentelladas terribles con sus fauces y los zarpazos de sus poderosos músculos,
no conseguían librarlo de la red.
─ ¡Malditos
monos, se van a quedar con mi territorio y mis leonas! ¡Lo listos que son los
muy cabrones!
─ ¡Señor
león, esté usted quieto! Soy el ratón al que ayer perdonó la vida. Sé cómo librarlo con mis
dientes incisivos, que me crecen constantemente y son como unas pequeñas cuchillas.
Tenga paciencia y lo libraré.
VI
Don Santos había
contratado a Felipe hacía muchos años: un pobre maqueto** y arruinado campesino
soriano. Muy buen trabajador, eso sí, se
deslomaba echando horas extras, renunciando incluso a sus vacaciones. Sabía que
tenía cuatro hijos muy estudiosos, que se habían matriculado en la Facultad de
Medicina de Pamplona. Medicina, nada menos, con lo que le hubiera gustado a él
que su hijo Gustavito hiciera lo mismo, pero al niño su madre le había educado
muy mal, dándole todos los caprichos. ¡Ni ni siquiera había hecho la mili,
el muy bribón, alegando que era inútil para el servicio! Su tío le había
proporcionado un certificado médico falseando que no veía bien… Le he propuesto
ir a estudiar a Harvard y nada. El “Verbenas” le llaman sus amigos, porque es
“el capricho de las nenas”. Con lo que me ha costado levantar la empresa de
congelados y conservas. Me preocupa que dilapide la fortuna que le vamos a
dejar.
Hoy ha venido otra vez Emeterio,
el hijo mayor de Felipe, a que le firme el documento de la empresa que le
autoriza a pedir una beca para seguir estudiando Medicina. Se lo he roto
delante de sus narices, como siempre. Anda y que se joda. Pedazo de muerto de
hambre... ¡El hijo de Felipe que quiere ser médico, nada menos! Ja, ja, ja, ja y
me dice que algún día podría devolverme el favor. ¿Pero quién se ha creído que
es este miserable ratoncito de campo?
VII
Durante dos días y dos
noches estuvo mordiendo el ratoncito la cuerda hasta que consiguió romperla.
Cuando el león se sacudió el polvo después del porrazo que se dio al caer desde
la red de la trampa, le dijo al ratón:
─ Gracias ratoncito, nunca olvidaré la lección que me has dado. No debí despreciarte. Eres pequeño y feo, sí, pero inteligente y hábil, tú prosperarás junto a los monos depredadores, mientras que nosotros: animales hermosos y arrogantes, quizás desaparezcamos algún día de la faz de la Tierra...
El rey de la sabana agachó la cabeza y se fue con el
rabo entre las patas.
VIII
El doctor Emeterio Jiménez
había conseguido ser un afamado oncólogo. Estaba trabajando en su consulta y pidió a Marta, su Inteligencia Artificial, que avisara al siguiente enfermo para que entrara en su despacho.
Entró renqueante don Santos…
Emeterio comprobó en su ordenador que el enfermo tenía una terminal “estocada” de la Parca. Clarines y timbales*** le anunciaban, como en la plaza de toros pamplonica en San
Fermín, que no tardaría en venir su agonía y su muerte. Sólo podría paliarse el
sufrimiento que produce el cáncer cuando carcome tus huesos: sin piedad y sin
reposo.
─
¿No
se acuerda usted de mí, Santos? ─preguntó
el doctor Jiménez, número uno de su promoción ─. Soy uno de los hijos de Felipe. Todos terminamos nuestras carreras
con éxito y ahora vivimos desahogados. Mis padres murieron hace años, después
de trabajar muy duro para sacarnos adelante… a pesar de que usted nos rompiera
los papeles para que no consiguiéramos becas de estudios. Tuve que trabajar en
la fábrica de azúcar, donde me cayó una torre de sacos que casi me mata… Pero
no se asuste, le pondré el mejor tratamiento para aliviar los dolores de su grave
enfermedad.
Santos González alzó la
vista para mirar a los ojos del doctor. Le parecieron tan inteligentes y vivos
como los de un ratoncito de campo.
Agachó la cabeza y salió
de la consulta sin despedirse ni dar las
gracias.
Jamás volvió…
MARCUAN© 19/09/2025
Dedicado a mi querido
amigo “maqueto” soriano, en su sexagésimo quinto cumpleaños. Más y con salud ¡Rediez!
*
Una vez más, el Ejército unido a las demás fuerzas de la Nación se ve obligado a recoger el anhelo de la gran mayoría de los españoles. Se trata de establecer el imperio del ORDEN, no solamente en sus apariencias externas, sino también en su misma esencia; para ello precisa obrar con JUSTICIA, que no repara en clases ni categorías sociales, a las que ni se halaga ni se persigue, cesando de estar dividido el país en dos bandos, el de los que disfrutan del Poder y el de los que son atropellados en sus derechos. La conducta de cada uno guiará la de la AUTORIDAD, otro elemento desaparecido en nuestra Nación, y que es indispensable en toda colectividad humana. El restablecimiento del principio de AUTORIDAD exige inexcusablemente que los castigos sean ejemplares, por la seriedad con que se impondrán y la rapidez con que se llevarán a cabo, sin titubeos ni vacilaciones […].
Para llevar a cabo la labor anunciada,
ORDENO Y MANDO:
Artículo 1º. Queda declarado el ESTADO DE GUERRA en todo el territorio de la provincia de Navarra y como primera providencia militarizadas todas sus fuerzas, sea cualquiera la AUTORIDAD de quien dependían anteriormente, […].
…quedan sometidos a la jurisdicción de guerra y tramitados por procedimientos sumarísimos….los delitos de desacato, injuria, calumnia …al personal militar…los dirigentes de las entidades que patrocinen , fomenten o aconsejen tales delitos…
Diario de Navarra, 19 de julio de 1936