miércoles, 19 de marzo de 2025

DON MANOLITO - I


 Todo parecido con la realidad pasada, presente o futura es casual, ya que los personajes son ficticios. Eso sí, sigo los consejos que da a los aprendices de escritor, entre los que humildemente me encuentro, el sin par Manco de Lepanto:

 "Procurad también que, leyendo vuestra historia, el melancólico se mueva a risa, el risueño la acreciente, el simple no se enfade, el discreto se admire de la invención, el grave no la desprecie, ni el prudente deje de alabarla... y con esto, Dios te dé salud, y a mí no me olvide. Miguel de Cervantes Saavedra"


Mujer cubana

Don Manolito era un hombre generoso, mucho. Y todo el barrio del Pópulo de Cádiz lo sabía.

─ Don Manolito, mire usted, que la niña me hace la comunión y el vestido vale un ojo de la cara…

Y don Manolito echaba mano a su cartera y sacaba un alisado y crujiente billete de mil pesetas.

─ ¡Gracias don Manolito, que Dios se lo pague!

Y don Manolito sonreía como un santo varón, saludaba tocándose el ala de su sombrero indiano y arreaba calle de San Juan de Dios abajo, ayudándose con su bastón de caoba de empuñadura de plata. En su muñeca lucía una pulsera de oro grabada con su nombre: “don Manolito”.

Buen mozo en sus viejos tiempos, se enroló como grumete para hacer las Américas en un viejo barco de vela. Llegó hasta San Francisco en los Estados Unidos de América atravesando el Canal de Panamá y, como era avispado y buen observador, se fijó en unos grandes almacenes.

─ ¡Escúchame Chano! ¿Te has dado cuenta de que en esta tienda hay de ? ─dijo a su compañero de aventuras.

─Pues sí quillo, esto no es como en Cádiz ─contestó su amigo.

Don Manolito ahorró lo suficiente para poder volver a su querida ciudad y poner en práctica su idea: Grandes Almacenes Orozco. Y acertó de lleno. Éxito total.

─Don Manolito, que se me casa la niña y no me llega para el convite…

Con unos cuantos billetes, alisados y crujientes, siempre oía respuestas parecidas.

─ ¡Que Dios se lo pague! ¡Es usted un santo!

Don Manolito no había tenido suerte en el amor: Lupita, una preciosa mulata del Ejército Revolucionario de Cuba*, lo enamoró hasta los tuétanos. 

En una húmeda noche tropical trotaba, junto a él, un borriquillo  con dos albardas que cargaban unos cofres, donde llevaba todos sus ahorros. Iba al encuentro con su amada, henchido su corazón de pasión y alegría. Lupita se vendría con él, a la mañana siguiente, para viajar a España…

─ ¡Eh tú! ¡Danos todo lo que llevas ahí! ─gritó una voz desde la oscuridad de la selva, enseñando unos dientes blancos como el azúcar.

Cuatro machetes de zafra, afilados como hojas de afeitar, relucían con la luz de la luna, rodeándolo; una luna que acabaría convirtiéndose en una luna de sangre.




─ ¡Venid a cogerlo, huevones!

El Colt 45, comprado a un rebelde confederado, escupió fuego y muerte.

─ ¡Maldito cabrón! ¡Has matado a mi marido y a mis hermanos! ─gritó Lupita a sus espaldas

Manuel apuntó muy despacio a la cabeza de Lupe, durante unos instantes. Aún le quedaban dos balas en el tambor del revólver… luego lo bajó despacio... perdonando la vida a aquella mujer, a costa de asesinar para siempre a su propia alma.

Al entierro de don Manolito no acudió tanta gente como se esperaba. Incluso se oyeron algunos comentarios despectivos y crueles sobre su persona, entre sus vecinos más envidiosos.

El Estado se quedó con todas sus posesiones. ¿Todas...?

(Continuará)

MARCUAN(C)


* Ver: "Objeto tabú" en marcuan.blogspot.com

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