El relato de ficción continúa, en mares muy lejanos...
─ ¡¡¡Dumbo, Dumbo, Dumbo!!!
─le gritaban al unísono tres chavales en la calle.
─ ¡Me cago en tos vuestros muertos! ─contestaba lleno
de ira Antonio “El Orejas”; lanzándoles puñetazos a la cara.
Antonio “El Orejas” las
tenía descomunales y había tenido muy mala suerte en la vida. Marinero sin
fortuna durante muchos años, acabó con sus huesos enterrando huesos y exhumando
huesos, trabajando como sepulturero en el cementerio municipal.
El Consistorio de la ciudad, con buen criterio, había aprobado una moción, a propuesta de un concejal, para que el viejo cementerio se trasladara a uno Mancomunado. El avispado edil había leído una trilogía: “El secreto del viejo cementerio de San Mittre”* en “Las columnas de Heracles”. Le gustó la idea y mucho más cuando el pleno del Ayuntamiento aprobó por unanimidad que los terrenos del camposanto se desacralizasen, y se convirtieran en un parque urbano, de lo que Cádiz andaba muy necesitado.
─Antonio ─le ordenó el
Excelentísimo Señor Alcalde en su despacho ─búscate una brigada y empezáis a
exhumar todos los restos de las tumbas para trasladarlos a Chiclana de la
Frontera. Vendrán arqueólogos y forenses de todo el mundo: Seguid a rajatabla
sus instrucciones.
Y allá se fue Antonio “El Orejas” con sus compañeros; con los arqueólogos y con los forenses, a desenterrar lo enterrado desde hacía más de tres mil años, en una ciudad fundada por los fenicios...
Lupita se encomendó a la
Virgen de Guadalupe y se lanzó al mar, agarrada a su hinchado neumático de la
rueda de un tractor de su comunidad agrícola, donde malvivía bajo el régimen
castrista, que sólo privilegiaba a los altos cargos del partido. Recordaba la
frase que su madre manchega le repetía con frecuencia: “Tanto vales cuanto tienes, y
tanto tienes cuanto vales. Dos linajes solos hay en el mundo, como decía una
abuela mía, que son el tener y el no tener”** y ella no tenía nada, sólo
un hijo en las entrañas del hombre que destrozó su vida con un colt 45…
Un descomunal tiburón blanco se
acercaba a su balsa a una velocidad de vértigo, entonces sacó el escapulario de
su madre y lo alzó en alto con su mano. Un delfín se interpuso entre ella y el
escualo blanco que saltó en el aire tragando a su víctima de un feroz mordisco,
llenando de salpicaduras de sangre caliente el bello rostro de Lupe.
Besó aquella imagen
milagrosa, aunque seguía sintiéndose atea.
Cuando puso pie en tierra, ya era ciudadana estadounidense según la ley norteamericana.
En Miami parió al hijo
mulato de don Manolito: un bebé precioso, de ojos azules y aspecto fuerte y
corpulento.
Prosperó. Educó a su hijo
en los mejores colegios que pudo pagar y consiguió que le aceptaran con una beca
en la University of Miami Health
System, donde Fidel se convirtió en un prestigioso forense, tanto, que el
F.B.I. lo reclutó entre sus filas.
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Miami Beach |
─ Doctor ¿le gustaría
visitar la tierra de sus ancestros?*** ─ le preguntó Susan Pringer, Directora del
Hospital, con una sonrisa cómplice, porque disfrutaba todas las noches de sus
embestidas. ─El Ayuntamiento de la ciudad de Cádiz está solicitando forenses
para trasladar su viejo cementerio municipal.
─ ¿Cádiz de España?
─Sí. El salario es
irrisorio, pero no conozco Europa y es mi sueño conocerla desde niña. ¿Nos vamos?
─ O.K. ─dijo Fidel.
MARCUAN (C). (Continuará)
* Ver trilogía : "El viejo cementerio de San Mittre" en marcuan.blospot.com
** Sancho Panza en Don Quijote de la Mancha. Miguel de Cervantes Saavedra.
*** Ver relatos: "Ancestros de Bronce I-II" en marcuan.blogspot.com
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