lunes, 27 de enero de 2020

II.- ¡¡¡ARRANCA !!!

Continúa la aventura...


Juan Bravo. Foto Marcuan Copyrigth


Guifré lo esperaba en un recodo de la carretera sentado en su enorme Kawasaki de color naranja, en lo alto de la Cordillera Costero Catalana…

Martín llegó hasta él y paró su moto.

― ¡Salut y República! ―Tronó como un oso Guifré, dejando mudas a las chicharras.

― ¡Santiago y cierra España! ―Contestó Martín risueño.

― ¡Ah segovianos, castellanos viejos! ―dijo Guifré ―¡No cambiáis nunca!.

―Sólo con la espada y aún así a veces se pierde la cabeza, como le pasó a Juan Bravo. ¿Sabes que ya ni siquiera en Segovia le hacen un homenaje el 23 de Abril, cuando la derrota comunera de Villalar en 1.521?  ―contestó Martín.

―¡No me extraña, ese día es la fiesta de San Jordi, patrón de Cataluña. Pronto lo celebraréis regalando un libro y una rosa a las dones!


―Ni harto del mejor vino de la Ribera del Duero, Guifré, ese tío era un turco de la Capadocia ―dijo Martín riendo.

Ambos amigos callaron, se miraron sonrientes y se dieron un fuerte abrazo, mientras sus monturas metálicas, bruñidas, refulgían como ascuas al sol del mediodía.




Las chicharras volvieron a cantar y la brisa del cercano Mar Mediterráneo embriagó a Martín haciéndole recordar que, a los siete años, fue la primera mar que vio en su vida.

― Venga Martín, vamos a mi casa. Vendrás cansado y muerto de hambre.

Serpentearon por las suaves curvas de la sierra hasta llegar a la antigua Tarraco.

Comieron una paella marinera en el jardín del chalet de Guifré.

―Deja de chuparte los dedos, segoviano, que no todo va a ser comer cochinillo, y cuéntame tus planes ―dijo el catalán, mientras remataba la comida con un humeante y negro café.

― ¿Eres valiente Guifré? ―dijo Martín.

― Tengo un antepasado almogávar que se fue, en las Cruzadas, a conquistar Jerusalén con Roger de Flor, nen. ―Contestó Guifré con sorna ―se llamaba Joan Sinmiedo.

― Pues uno mío, Rodrigo de Escobedo, acompañó como Notario a Cristóbal Colón cuando desembarcó en La Española…

― Venga, déjate de cuchufletas y dime a dónde quieres viajar en moto ―dijo Guifré intrigado.

― ¡A Berlín! A visitar a mi hija encinta y a su marido nibelungo. Mi último "canto del cisne" Guifré, estoy cerca de los setenta tacos y es hora de dejar de tentar a la suerte. Llevo conduciendo motos desde los doce, macho.

Guifré Rodamons i Subirats era un hombre cincuentón, soltero empedernido, obeso y velludo como el Goliat de los tebeos del Capitán Trueno. Extraordinario atleta gimnasta en su juventud, las traiciones de la vida le pasaron factura, pero no pudieron doblegar su noble alma.

Se conocieron por un portal de Internet especializado en su pasión: las motos.

Cuando Martín se jubiló, sufrió un caos emocional, convirtiéndose en un motero errante y desnortado. Guifré lo acogió en su casa. Allí descubrieron que sus ancianos padres eran supervivientes de la “Quinta del Chupete”, niños de apenas diecisiete años que sustituían a los miles de caídos en la Batalla del Ebro* durante la Guerra Civil Española de 1936.

Al padre de Martín le tocó el bando de los Nacionales y al de Guifré, el de los Republicanos; por el sólo hecho de nacer uno en Burgos y el otro en Barcelona. Lucharon frente a frente, sin conocerse, en primera línea de combate, enterrados como cucarachas en las gélidas trincheras de Teruel.

Guifré y Martín se hermanaron, comprendiendo el milagro de su existencia: un regalo del azar. Ambos odiaban la guerra.

― Este es el viaje que te propongo, Guifré ―dijo Martín poniéndose serio ―largo y peligroso.



Marcuan. Copyright.

España: Tarragona-Barcelona-Gerona-Figueras.

Francia: Le Pertús-Perpignan-Narbonne-Montpellier-Aurenge-Valence-Albon-Chanas-Reventin Vaugris-Givors-Lyon-Pont d’Ain-Bôrg-Dole-Besanson-Mülhausen.

Alemania: Friburg-Walldorf-Viernheim-Darmstat-Frankfurt-Niederaula-Kassel-Göttingen-Seesen-Goslar-Wernigerode-Heimburg-Langenstein-Halberstad-Gröningen-Magdeburg-Postdam-Berlín.

¡Collons! Espera un momento Martín, voy a por la calculadora.

― Ya estamos ¡Cómo sois los catalanes con el dinero!

― La pela és la pela, amigo mío. La vida és bona, si la bossa sona.

Al amanecer dos jinetes del asfalto rasgaban el silencio del alba zigzagueando por  curvas serranas, cabalgando en sus caballos de acero, ávidos de abandonar España por la antigua frontera francesa. 

Al igual que antes hicieron Aníbal y sus elefantes; romanos; godos; Rolando, el sobrino del emperador Carlomagno; sarracenos; almogávares; sefarditas; los derrotados ejércitos de Napoleón; el vencido ejército republicano... entrando en el azar de una aventura a todo gas.

(Continuará)

Marcuan. Copyright 27/01/2020.

*Leer novela Línea de fuego, de Arturo Pérez-Reverte.