¿Quién se acuerda de Alí Babá y los cuarenta ladrones? La realidad y los cuentos a veces se entrelazan con el paso de los años...
La grúa, con una pluma de
más de treinta metros, bajó su
gigantesco gancho hasta las tripas más profundas del barco carguero, elevando
por los aires una caja de madera de tres mil kilos.
La depositó en una esquina
del muelle y volvió a las entrañas de la nave. Cuando apiló la última de cinco,
sonó la sirena de manera lúgubre y el corazón del puerto sufrió una parada
cardiaca.
Los estibadores, con
músculos tan relucientes y sudorosos
como los de sus antepasados gladiadores, se agruparon en las puertas portuarias
para volver a sus casas, donde mujeres exuberantes, hijas de las esclavas gaditanas famosas por su belleza y gracia en todo el
Imperio Romano, les esperaban recién bañadas con ropas trasparentes y olor a rosas, mientras
en los fogones de las candelas encendidas borboteaban grandes cazuelas de
“puchero”* y “menudo”** , en una explosión de olores excitantes.
Cuando el sol se fugaba para
iluminar las Indias que antaño fueron españolas, lanzando un chorro de oro
viejo sobre las cúpulas de la catedral de Cádiz, Curro abrió la puerta
de su hogar.
─ Toma Carmen, hoy he
ganado mil quinientas pesetas. Ha sido un día duro, pero mereció la pena ─dijo
Manuel.
─ Ven cariño, disfruta de tu
merecida recompensa ─contestó la mujer, inclinándose complaciente hasta
su entrepierna.
Todos los días, durante diez años, los obreros y estibadores se sentaban a comer el bocadillo de media mañana encima de aquellas cajas de madera maciza ya cuarteadas, varadas y olvidadas en aquella zona apartada: "Tornillería vieja" se podía leer aún en sus costados.
─ Buenos días. Soy el nuevo inspector de la Aduana y vengo a comprobar el contenido de estas cajas
abandonadas y sin orden de carga. Paco abra una, por favor. Tenga cuidado.
El trabajador cogió el
martillo pilón, que su amigo Manuel le tenía preparado, se puso unas gafas
protectoras y golpeó con una fuerza hercúlea aquella vieja madera, rompiéndola
en mil astillas.
Con el tercer golpe sonó
un fuerte chasquido metálico, que se tragó un silencio tan denso que se podía
cortar con una navaja de bandolero de Sierra Morena…
─ ¡¡¡Dios mío!!! ─gritó el
jefe aduanero llevándose las manos a la cabeza. ─ ¡¡¡Si son lingotes de oro
puro!!!
La Guardia Civil acordonó
la zona hasta la llegada en helicóptero militar de la ministra de Hacienda.
─ Señores, mi felicitación
en nombre del Presidente del Gobierno ─dijo la mayor recaudadora del Estado
─pero por favor, manténgalo en el mayor de los secretos.
A la mañana siguiente Curro y Manuel, al final de la jornada de
trabajo, chocaron sus jarras de cerveza en el bar del puerto.
─ ¡Maldita sea nuestra
suerte Manolo! ─dijo Curro limpiándose con el dorso de la mano la boca, chasqueando la lengua después
de dar un largo trago a la jarra. ─ ¡Qué carajotes hemos sido! Tanto tiempo con
el culo sentado encima de la cueva de Alí Babá *** y a nadie se le ocurrió decir:
¡Ábrete Sésamo!
─Paco, era el Oro del Rey**** ─contestó Manolo riendo mientras recordaba alguna de sus lecturas ─Nos hubieran
condenado a remar en las galeras ¡Salud y República, amigo!
Curro y Manolo volvían borrachos
a sus casas, mientras un halo dorado del ocaso del sol gaditano bañaba la
fachada de la Delegación del Gobierno, en cuyos sótanos relucían, a la luz mortecina
de las bombillas, quince toneladas de oro puro…
Marcuan ©31 Mayo 2024.
*Puchero gaditano: Sus ingredientes son garbanzos, carne de ternera, huesos de jamón, blanco y de espinazo, costilla y tocino añejo de cerdo, muslo de pavo, patatas, puerro, zanahorias y apio.
**Menudo gaditano: Callos, pata y morro de ternera, chorizo fresco, morcilla, punta de jamón, cebolla, laurel, garbanzos, diente de ajo, salsa de tomate, pasta de pimiento choricero, pimentón dulce y picante son sus ingredientes.
***Alí Babá. Cuento de aventuras perteneciente a "Las mil y una noches".
****El oro del Rey. Novela de Arturo Pérez-Reverte. Cuarta entrega de "Las aventuras del capitán Alatriste".