La salud es lo primero... Personajes ficticios, cualquier parecido con la realidad sería casual.
Curro y sus amigos se
reunían todos los mediodías en la terraza del bar La Caleta, situada frente al mar
donde se acaba Europa y empieza la desesperación. Ese día la mar estaba en calma, como una sartén rebosante de aceite antes de freír
boquerones. Tomaban cervezas acompañadas de muchas tapas y muchas risas.
Una explosión de reflejos chispeaban en las aguas azules de la bahía, cuyo horizonte se daba de bruces con el malecón de la Habana: más allá de Las Columnas de Heracles.
─ ¿Sabéis el chiste del
enano? ─preguntó Curro.
Lo sabían de sobra, porque
lo había contado otras muchas veces, pero dijeron que no se acordaban y Curro
lo volvió a contar entusiasmado. Cualquier motivo nimio era suficiente para
reír, entrechocar las jarras y desearse salud.
De pronto, un músico
callejero empezó a instalar su piano mecánico y su micrófono en la acera,
frente a la atiborrada y variopinta fauna de clientes, que no hacían ni caso a
sus canciones.
─ ¡Qué voz tan bonita
tiene ese tío! ─observó Manolo.
─ ¡Qué va a tener! ─le
contestó Sebastián ─. La tiene enlatada, no canta él. El Camarón de la Isla sí
que cantaba. Hace mucho le saludé en Barcelona y el nota me mandó a liarle un
porro en el baño del Molino Rojo del Paralelo. Me asusté cuando aporrearon la
puerta y lo tiré al retrete. Todavía vivía Franco…
─ ¡Qué cobarde de la pradera
eres Chano, tan bravo como el Sastrecillo Valiente*, que mató a siete de un
golpe! ─dijo Juan.
─ No ─contestó Chano ─el
Sastrecillo mataba moscas con la mano… yo las mato con el rabo.
─ ¡Dzieki, przyjcielu! ─dijo el pianista.
─ Oye ¿podrías decírmelo en cristiano, quillo? ─contestó
Manolo.
─ Te doy las gracias en
polaco, amigo, y soy cristiano ─dijo el músico sonriendo.
─ ¡Oh, vaya, mira tú por
donde! Tengo un nieto hispanopolaco y me es imposible aprender su apellido.
Tiene cuatro vocales y siete consonantes: Kwiatkowski. ¡Qué idioma más complicado!
─Sí lo es, llámame Pedro, es más fácil.
─ Yo me llamo Manuel, Manolo
para los amigos. Encantado de conocerte y de oírte. Cantas muy bien. A mí me gusta escribir ─dijo Manolo estrechándole
la mano. ─ Adiós y buena suerte.
Un día que Curro volvía
por la noche a su casa, andando por el ancho paseo marítimo, se encontró al músico
polaco acompañando a una joven y guapa mujer sentada en una silla de ruedas.
─ Hola amigo ─le saludó el
músico ─. Te presento a mi mujer Fátima.
─ ¿Qué tal Fátima? Mucho gusto.
¿Qué te ha pasado? ─le preguntó Curro de forma despreocupada ─ ¿Te mareaste de
oír cantar a tu compañero el bardo pesado éste?
Fátima rio con ganas,
echando su hermoso cabello rizado hacia atrás, mientras dos hoyitos se
dibujaban en su bello rostro. Luego, con voz vacilante contestó a Curro
mirándole con sus grandes ojos, negros como los pozos de petróleo de su remoto
país, que brotan como setas en un mar de arena ardiente y dorada.
─ No, es porque padezco
una enfermedad degenerativa muy grave: Sarcopenia ─dijo sonriendo con amargura.
─ Me queda ya poco…─¿Te puedo pedir un favor?
─ Claro Fátima ¿Cómo no?...
si está en mi mano conseguírtelo.
─ Seguro que sí. Pedro me
dijo que estuvo hablando con uno de tus amigos, al que le gusta escribir. ¿Podrías pedirle que escribiera una canción para que el bardo, como le
llamas, le ponga música polonesa?
─ Sí puedo. Mañana se lo
pido a Manolo. ¿Vale?
Curro volvió a su casa
conmovido: “La salud es lo primero, es la verdad, voy a dejar de fumar y de
beber, me cagüen tos mis muertos” se dijo a sí mismo en voz alta.
A la semana siguiente, la repleta
terraza del bar de La Caleta se quedó en silencio cuando el trovador polaco cantaba, una y otra vez, una preciosa canción en español:
El
Mar Azul susurra a mis espaldas
Cuando
monto mi piano frente al bar La Caleta.
Mientras
el mal carcome a mi amor.
Un
sol africano quema mis espaldas
Cuando
comienzo a cantar.
Mientras
el mal carcome a mi amor.
La
gente bebe y ríe feliz con mi voz y mi música.
Mientras
el mal carcome a mi amor.
Un
anciano sonriente y vigoroso
Se
levanta para echarme las monedas de nuestro sustento.
Mientras
el mal carcome a mi amor.
El
Mar Azul sigue susurrando a mis espaldas
Cuando
me marcho para enfrentarme a nuestro destino.
Mientras
el mal carcome a mi amor.
Mientras
el mal carcome a mi amor.
Mientras
el mal carcome a mi amor.
MARCUAN (Copyright): 01/08/2024.
*El sastrecillo valiente:
Número 20 de los “Cuentos de la infancia y del hogar” de los hermanos Grimm.
** Salut i força al canut: Expresión
catalana que no significa salud y fuerza sexual, como se cree generalmente,
sino salud y fuerza económica, porque el “canut” era un cilindro donde los campesinos
catalanes guardaban sus monedas.