domingo, 18 de marzo de 2012

EL SECRETO DEL VIEJO CEMENTERIO DE SAN MITTRE III

Hola amigos. Pensad que esta crisis es como un huracán: pasará. No es el fin del mundo.

Lo que sí ha llegado a su fin es la aventura de Plassans.




Atardecía en lo alto del Monte Tibidabo, cerca de Barcelona. Un grueso leño chisporroteaba en la chimenea de estilo Gaudí, llenando la enorme cocina de la masía con un intenso aroma a encina seca.

Mi tía Gloria trajo dos tazones de chocolate caliente y una fuente plateada llena de bizcochos, poniéndolos sobre la mesa maciza de nogal, junto a la pila de lingotes de oro de 24 quilates. Parecían unas tabletas de turrón.

El calor de la chimenea, los bizcochos y el chocolate que tomamos en silencio, sentados frente a frente me repusieron, poco a poco, del viaje  de vuelta.

Había sido una mujer muy bella. Me sentía seguro a su lado. Alzó sus ojos de un azul casi eléctrico, cogió mis manos y sonriéndome, me dijo:

Hace ya setenta y seis años hubo una guerra civil en este país, como tú has estudiado.

Fue tan cruel e inhumana que sus heridas aún perduran y sólo se cerrarán cuando el tiempo sepulte las vidas de cinco generaciones. 

Mucho tiempo antes, algo parecido se vivió en toda Francia y también en Plassans, desde donde traes la fortuna de la familia Rougon, en ese cacharro con tres ruedas que tienes...

Henri, mi esposo, me contó que en 1852 Napoleón III, el último monarca francés, ascendió al poder gobernando de forma autoritaria. Sus súbditos se dividieron. Republicanos e imperialistas  se enfrentaron a muerte. Todo acabó en Mayo de 1870, cuando las tropas del II Reich alemán apresaron al Emperador francés en la Batalla de Sedan. 

El cuatro de septiembre de ese mismo año, nació la III República Francesa, que aún perdura.

Pero volvamos a nuestra historia: Adelaida Touque nace en Plassans a finales del siglo XVIII. Pertenece a una familia  burguesa de comerciantes adinerados. Su padre contrata a un jardinero apuesto: Antoine Rougon, del que la joven se enamora y con el que termina casándose. Nace su hijo Pierre y, al poco tiempo, su marido fallece.
 
Adelaida todavía es joven y pone sus ojos en René Macquart, un carpintero alcohólico y resentido, conocido en la comarca por su pereza; despótico con los débiles y sumiso ante los poderosos. Tienen dos hijos bastardos: Úrsula y Antonio.

Los Rougon se caracterizan por su ambición y afán de poder. Son codiciosos e insolidarios con los demás. También era así Pierre, el primogénito de Adelaida, que se casa con una hija de terratenientes: Felicidad Puech, amasando una gran fortuna, al ser partidario de Napoleón III.

Tienen tres hijos: Eugenio, fanático defensor del Emperador; Pascal, médico y científico, ajeno a la política, que vivirá siempre en Plassans. Y Arístides, manipulador y falso, que acabará siendo un rufián de los bajos fondos de París.

Antonio Macquart, el hijo bastardo de Adelaida, tan alcohólico y pendenciero como su padre, se alista en el ejército. A su vuelta exige a su hermanastro Pierre Rougón la parte que le corresponde de la herencia de su madre. Pierre se la niega, por ser un hijo ilegítimo. Antonio jura venganza.

Mucho tiempo después se supo que huyó a Alemania y luchó en la I Guerra Mundial como soldado del ejército prusiano. Tuvo allí un hijo: Adolf, que llegó a ser capitán de las S.S. durante el III Reich y acompañaba a las tropas alemanas cuando ocuparon Plassans. Acusó a los Rougon de ser judíos, deportando a todos los que pudo a Dachau. Confiscó sus bienes y, por lo que parece, fundió sus joyas en lingotes para poder llevárselas facilmente en la retirada. No contaba con que los dos hijos de Pascal, el médico, combatientes de la Resistencia, le detuvieran junto al viejo cementerio de San Mittre, cuando huía hacia Niza.

Al igual que en la novela de Los hermanos Karamázov, no tuvieron piedad. Tú mismo viste cómo acabaron con su primo. Los dos hermanos se separaron aquella noche y no se volvieron a ver jamás. Las S.S. localizaron al menor: Luis y lo torturaron hasta la muerte, pero no consiguieron que les contase el secreto de la cripta.

Tu tío: Henri, huyó a España y nunca pudo volver a Plassans. Sabía que los descendientes de la hija bastarda de Adelaida Touque: Úrsula Macquart, le estarían esperando. Son los dueños del Grand Hotel Zola…

Hace poco descubrieron dónde vivía y me hicieron un chantaje: o les daba la información que querían o quemaban la casa conmigo dentro y todo el monte, si era preciso. Me asusté. 

Yo tenía la sensación de que algo estaba oculto en la biblioteca, pero mi marido nunca me lo dijo, para protegerme. Y se me ocurrió llamarte a ti. Espero que no te hayas enfadado.

Este oro pienso devolvérselo a los descendientes de los Rougon y de los Macquart,  para que acaben con su guerra fratricida.

Pero antes de que te vayas, voy a darte este regalo con una condición: no  abras la cajita, hasta que estés en tu casa.

Amanecía. Bajaba de la montaña en mi Mp3, zigzagueando, y volví a sentir el olor a salitre y  matorral mediterráneos, pero esta vez con mucha mayor intensidad. 

Pensé que quizás el Monte Tibidabo, informado por las hadas o los duendes del bosque, sabía que había evitado su destrucción y me lo agradecía a su manera… apreté a fondo el acelerador, camino de la meseta.

Cuando mis amigos me preguntan por la pequeña llave de cruz, de oro macizo, que cuelga del llavero de mi MP3 500 LT Sport Piaggio, les digo que sirve para abrir la antigua puerta del viejo cementerio de San Mittre… 

¡Ah! Por cierto: Me llamo Alonso Reques de Guilarte y mi compañera mecánica, Trici: un cacharro con tres ruedas…  





Marcuan.

2 comentarios:

  1. Muy bien Marco, pero me he quedado con ganas de más acción y quizás hay demasiados personájes para una historia tan corta, pero no me hagas mucho caso,ya que es mí primera crítica literária, yo te animo a seguir escribiendo, lo he pasado génial mientras leia tú reláto. Por cierto la moto es una marávilla, me encanta. Un saludo. Menchu

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  2. Sí, estaba obligado a hacer referencia a los personajes de la novela de Zola: La fortuna de los Rougón, que es un folletín típico del S. XIX. Zola, en esa novela, hace referencia al tema genético, ya que Adelaida tiene hijos con dos hombres de personalidad muy diferente, cuyos rasgos los heredan sus descendientes. Arístides, un chaquetero político, da pie a otra novela de los bajos fondos de París: La Jauría. Los hermanos Karamázov son unos parricidas, por lo que se asemejan algo a los hermanos Rougon. Te agradezco mucho tus ánimos para continuar escribiendo. Gracias a personas como tú, podré ir mejorando. Un saludo cordial. Marco.

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