viernes, 23 de junio de 2023

TIEMPO DE DESPEDIDAS

¿Quién no recuerda una despedida?... 





El urólogo, después de leer los resultados del análisis de sangre, de repente, lo miró a la cara.

¿A usted le gustan los Mares del Sur, verdad? —Pedro asintió con una sonrisa en los labios.


Pues bájese el pantalón y el calzoncillo, por favor, inclínese y apoye los antebrazos sobre esa camilla. Mire a la pared de enfrente: da al Sur —dijo el médico.


Cuando Pedro vio cómo se enfundaba unos guantes de latex azules en aquellos dedos, parecidos a un manojo de plátanos, palideció.


No encuentro el lubricante, pero da igual—dijo el galeno agarrándolo por el pescuezo y metiéndole el dedo anular por el recto de manera fulminante.

¡¡¡Aaaaayyyyyyyy!!! —gritó Pedro como un cobardica.

Bueno, tiene una dureza en el lado derecho de la próstata, le voy a mandar un análisis más específico y una resonancia magnética multiparamétrica. No se preocupe, si tiene cáncer lo veremos rápido.

¿Có... có... cómo dice? —Balbuceó Pedro.

Nada hombre, no se coma usted el coco. Si lo tiene puede elegir que lo opere un robot con un laser. Eso sí, le costaría 18.000 euros.

Pe... pe... pero...

El doctor apretó una tecla de su ordenador de mesa y una voz metálica habló por los altavoces de la clínica:

¡RFE siguiente pase a consulta 8, RFE pase a consulta 8!

Cuando cenó con su vecina de abajo, con la que disfrutaba de una feliz convivencia, se lo contó muy abatido.

En el desayuno, la mujer del salto de cama* le habló con cara de esfinge, sintiendo como si le escupieran hiel ardiente en su rostro.

Pedro, esta noche no he podido dormir... No estoy segura de querer seguir contigo. Me encuentro recién jubilada y no deseo perder mi independencia ni mi libertad. Vamos a dejarlo.

Esa misma mañana, después de hacer su maleta, Pedro se acercó hasta la joyería, en el centro de la ciudad.



Hola Virginia.

Hola Pedro ¿Qué te trae por aquí?

Quiero comprar un collar de oro para una mujer...

¿Es para  la mujer del salto de cama? —preguntó la joyera con ironía.

Sí, aunque ahora el que se ha caído con todo el equipo soy yo.

La joyera era una vieja amiga que conocía sus gustos, porque coincidían con los suyos.

Mira Pedro, este es el adecuado para una despedida: ni demasiado ostentoso, ni demasiado miserable. Y no sufras, porque pronto vendrás a por un solitario que te tengo guardado para la mujer X —dijo Virginia riendo, mientras empaquetaba primorosamente la cajita con el collar, adhiriendo la etiqueta: “Espero que te guste”

Mientras no sea una mujer XXX con un rayo láser...

En el próximo regalo pondremos el corazón de “Te quiero”, ya lo verás. Ánimo Pedro, tú sigue cuidándote mucho, como hasta ahora, que estás muy guapo —le dijo Virginia entregándole una bolsita y guiñando un ojo.

Cuando Pedro fue a recoger su maleta no había nadie. Aprovechó para sentarse y escribir una carta de despedida, que dejó junto a las llaves de la casa y el último regalo para aquella mujer.


Querida vecina del piso de abajo:

En su momento, no pude comprarte un collar de oro, como era mi intención desde el mismo instante en que te vi caer en el “salto de cama”.

Ahora puedo permitírmelo por haber ahorrado lo suficiente, después de estos felices meses pasados contigo... y a cambio de nada. Quizás sólo por una sonrisa cuando te lo pongas porque, como me dijo un amigo, a nuestra edad ha llegado el tiempo de las despedidas...

Nobleza obliga y, como castellano bien nacido, agradezco tu  generosidad y la pasión que me dejaste disfrutar; tan de oro puro como este collar.

Y antes de despedirme hasta la eternidad recuerda que: Esté donde esté y esté con quien esté... tú siempre estarás.

Adiós y buena suerte.

Pedro.


Cuando llegó a su casa tras un largo viaje en tren, muy lejos de allí, lo primero que hizo Pedro fue dar una orden.

¡Alexa, pon la canción Resistiré**! —Y la música enlatada brotó con la fuerza de la lava de un  volcán, quemándole las entrañas.


...Resistiré erguido frente a todo

Me volveré de hierro para endurecer la piel

Y aunque los vientos de la vida soplen fuerte

Soy como el junco que se dobla

Pero siempre sigue en pie

Resistiré para seguir viviendo

Soportaré los golpes y jamás me rendiré

Y aunque los sueños se me rompan en pedazos

Resistiré, resistiré...”


Unas gruesas lágrimas brotaron de sus ojos azules, como las azules aguas de las cataratas de Iguazú.

—Soy como el junco... —tarareó metido en su cama —debe de haber alguna forma... Ahora no puedo pensar en ello. Me volvería loco si lo hiciera. Ya lo pensaré mañana***—Y entró en un profundo sueño.





Marcuan 23/06/2023. Copyright


In Memoriam de mis hermanos de beca de Magisterio de Segovia: Juan Jesús "Fox" y Máximo, fallecidos recientemente. Q.E.P.D.


*Ver “La mujer del salto de cama” en marcuan.blogspot.com

** Canción "Resistiré". Autor: Carlos Toro Montoro.

*** Palabras de Scarlett O'Hara en la escena final de la película Lo que el viento se llevó.

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