domingo, 18 de junio de 2023

LA MUJER DEL SALTO DE CAMA





Habían pasado dos meses largos desde su último desengaño.


No puedo darte el compromiso que buscas, no quiero ataduras —le dijo indiferente su antigua pareja —encuentra otra mujer que te interese y convenga más que yo. Adiós, gracias por todo y perdóname.


Cabizbajo y con la boca seca, Pedro deambulaba sin rumbo por aquella ciudad del Sur en un día abrasador. Estaba desolado. Había echado toda la carne en el asador en esa relación, dándose cuenta, a la larga, de que era incompatible con su estilo de vida.


¡¡¡Pues no me rindo!!!—gritó sin importarle que un matrimonio de ancianos diera un respingo, sobresaltados al oírlo chillar en la calle.


Pensaba en qué iba a hacer cuando abrió la puerta del portal y se dio de bruces con una mujer atractiva, más o menos de su edad y estatura.


Hola, soy su vecina del piso de abajo ¿Podría preguntarle a usted una cosa?


Pedro se sintió atravesado por sus ojos de color castaño oscuro, inteligentes y de mirada franca, sustentados encima de una nariz recta y rotunda. Su pelo de corte art déco, lacio y de un bonito blanco seda, enmarcaba un rostro alargado, aristocrático, de labios finos, que completaba una figura atlética y exuberante, vestida con sencillez y buen gusto.


Claro, pregúntele usted lo que quiera a “La tentación vive arriba” * —bromeó Pedro.


Un par de hoyitos brotaron como hongos en las mejillas de la mujer cuando sonrió. A Pedro le encantaban los hoyitos en la cara de las mujeres.


Me gustaría saber cuánto paga usted por el alquiler, si no le importa.


No me importa — contestó Pedro —730 euros al mes.


Es que el año pasado lo arrendé por 700.


Pues súbalo, aunque a mí me parece caro... pero esta ciudad está muy demandada y hay poca oferta de vivienda.


Bueno, encantada, muchas gracias, adiós.


Cuando la vecina se dio la vuelta, Pedro se fijó en sus espléndidas caderas, redondas como el Círculo Polar Ártico, su modelo femenino preferido entre los cinco descritos por Aristóteles.


Y entonces tomó una decisión a la desesperada... cogió su libreta y su lápiz, que siempre llevaba encima, y escribió: “Hola, soy Pedro, “la tentación que vive en el piso de arriba”, estoy buscando una buena amistad. Este es mi número de móvil”


Y metió la nota en el buzón de su vecina, imitando lo que hizo el malogrado Almirante de la Mar Océana.


Cuenta Cristóbal Colón en su diario de bitácora de 14 de febrero de 1493 que, creyendo naufragar volviendo a España después de su descubrimiento, tomó un pergamino y escribió en él todo lo que pudo de lo que había hallado, rogando mucho a quien lo hallase que lo llevase a los Reyes Católicos. Este pergamino envolvió en un paño encerado, atado muy bien, y mandó traer un gran barril de madera y púsolo en él sin que ninguna persona supiese qué era, sino que pensaron todos que era alguna devoción; y así lo mandó echar en la mar...”


Rodrigo había aprendido a vivir en soledad después de su divorcio, convirtiéndose en un madrileño errante. Al jubilarse huyó de sí mismo subido en su moto, durante miles de kilómetros. Hasta que un día se paró, de pronto, como Forrest Gump** la vendió y se entregó en cuerpo y alma a buscar amor y compañía.


Era un romántico y un ingenuo: como El Caballero de la Triste Figura.


Un viejo taxista jubilado, pobre en conocimientos académicos, pero doctorado cum laude en la universidad de la calle, en una noche larga de vinos finos olorosos, le dijo: “Pedro, amigo mío, con las mujeres hay que tener serenidad para aceptar lo que no puedes cambiar, valor para cambiar las cosas que puedes cambiar y sabiduría para reconocer la diferencia” y luego se puso a cantar Los Pajaritos, borracho perdido.


Pasado más de un mes, en una calurosa tarde de agosto, Pedro recibió un mensaje por Whatsapp.


Hola soy tu vecina de abajo, te invito a cenar en mi casa. ¿Te apetece?


Pedro salió de su apartamento como una estampida de bisontes huyendo de Búffalo Bill... casi se perniquiebra bajando a trompicones por las escaleras.


Esto está riquísimo —dijo Pedro mientras masticaba a dos carrillos y escanciaba, en sendas copas de cristal, un blanco Cabernet Sauvignon fresco y afrutado.


Es una receta familiar ancestral — contestó su vecina con los ojos chispeantes por culpa del vino —Celebro que te guste. ¡Salud!


A mi me gustas mucho más tú...


Al oír aquello, imponente y empoderada, la vecina se levantó de la mesa, se acercó a Pedro, que la esperó clavado a su silla, atemorizado por el miedo a la cuarta ola del movimiento feminista Metoo***...


Ella enroscó los brazos a su cuello y lo besó en la boca con intensidad. Pedro sintió cómo volvía a erupcionar el volcán de La Palma en su pecho...


Ven a mi habitación — le dijo la vecina, ofreciéndole su mano.


Tumbado boca arriba, Pedro se deleitaba, fascinado, viendo cimbrearse encima de él, unos muslos tan robustos como las columnas de mármol del templo de Dagón, a las que se agarró Sansón para derribarlo, tal como se cuenta en la historia bíblica.


De repente, aquella nueva y bella Dalila se trastabilló y, pegando un grito, cayó hacia atrás de la cama con estrépito, como le ocurrió al mismísimo templo de los filisteos... desapareciendo de la vista del asombrado Pedro.


Acababa de conocer a la Mujer del salto de cama.


Marcuan: 19 de Octurbre de 2022. Copyright.


*Película de 1955 del director Billy Wilder, con Marilyn Monroe de protagonista.


**Película de 1994 del director Robert Zemeckis, con Tom Hanks de protagonista laureado con un Oscar al mejor actor.


***#Metoo o NoesNo: Cuarta ola del movimiento feminista mundial.

No hay comentarios:

Publicar un comentario