martes, 1 de agosto de 2023

MASAJEADOR

 


Os recuerdo que ni este ni todos mis anteriores relatos son historias reales, sino imaginarias.

Quizás lo que aquí se cuenta haya pasado, pase o pueda pasar, pero ni los protagonistas ni sus circunstancias son reales, y cualquier relación con las personas sería accidental.

Al comenzar a escribir me fijé el objetivo de informar o divertir a mis lectores. Conseguirlo, y lo espero, es otro cantar… Que os divirtáis.

 


El alcalde recién elegido por una mayoría aplastante de habitantes de la Villa y Corte, viniéndose arriba ante los periodistas, como Dustin Hoffman en Pequeño Gran Hombre*, declaraba a voz en grito ante la prensa: “Es importante la discreción, pero las negociaciones van por buen camino… y podremos trasladar la Fórmula 1 a la ciudad de Madrid”

El reportero, más entusiasmado que el propio entrevistado, se volvió a la cámara aferrado a su micrófono como a un clavo ardiendo.

“El evento de F1 de este sábado en el centro obligará a cortes de tráfico y afecciones en EMT y aparcamientos, ante la esperada masiva afluencia de público: unas 50.000 personas. Sergio “Checo” Pérez irá al volante de un Red Bull RB7. En México, a todos los que se llaman Sergio, se les pone automáticamente el apodo de “Checo” ─ explicaba al borde del éxtasis el de Tele Madrid.

Pedro miró la agenda de su teléfono portátil.

─ Está más vacía que la fábrica de gaseosas  La Casera ─se dijo. ─ Me voy a ir a verlo y así me distraeré.

Volvía camino de vuelta a su casa, medio sordo, bajando por la calle de La Montera para atravesar otra vez aquella Puerta del Sol, que más parecía una puerta al infierno.

─¡Qué de millones de euros y de decibelios tienen esos motores! Si le fallan los frenos al Checo revienta la fuente de la Cibeles. Pero donde estén las motos… ¡Cuánto añoro a mi Princesa Azul! ─dijo cabizbajo.

Pedro había sido un excelente piloto de moto, nunca se cayó en sesenta años por pura buena suerte. Suerte que le venía de familia: su padre, un adolescente de la llamada "Quinta del Chupete", estuvo en primera línea de fuego en la última Guerra Civil  Española, oyendo el silbido de las balas y de la metralla, sin sufrir ni un rasguño. Y encima le tocó el bando vencedor.

Al llegar al final de la calle, se fijó en el escaparate de una tienda china: Sex Shop Kung Fu y le llamó la atención un aparato con forma de gusano y color rosado que no había visto en su vida. Le picó la curiosidad y entró.

Buenas taldes señol ─lo saludó un chino, que a Pedro le recordó un personaje del Loto Azul de Tintín ─¿Qué desea el señol?

─Pues hacerle una pregunta ¿Qué es eso que tiene en el escaparate y para qué sirve?

Pasillo tles al fondo izquielda: tláigalo y lo explico, señol ─dijo el comerciante oriental muy sonriente, haciendo aún más oblicuos sus párpados.

Cuando Pedro volvió con la caja, el dueño de la tienda lo sacó con mucha delicadeza.

Esto señol es un masajeadol de última genelación, un plodigio de la ingenielía industlial, para evital plobemas con mujeles malas a hombres solitalios como usted, señol… Usted mete miemblo vilil con este lublicante incluido, aplieta este botón y elige modo succión, complesión y velocidad. Luego limpia con agua nada más. El matelial de que está hecho se plobó en el espacio, señol, silicona de galantía máxima.

Pedro dudó, pero se encontraba en una situación sentimental desesperada y acabó comprándoselo.

Cuando llegó a su casa, encendió unas velitas y una barra de incienso, se tumbó en su cama y pidió a su altavoz Alexa que le pusiera música zen.

─Vamos a probarlo ─se dijo a sí mismo con algo de aprensión.

Con su miembro erecto incrustado hasta el fondo en la vagina artificial, apretó el botón y aquello empezó a inflarse y desinflarse lentamente; volvió a apretarlo y el aparato empezó a vibrar como una ametralladora de repetición Gatling. Entonces quiso pararlo apretando otra vez el botón y aquel Alien empezó a aspirar y soltar aire a toda máquina, como la locomotora de vapor de Buster Keaton en la película: El maquinista de La General.** Asustado apretó desesperadamente otra vez el interruptor… pero aquel motor no se paraba y cogía la velocidad del F1 de Red Bull del Checo Pérez.


−¡¡¡Socorro!!! –gritó Pedro aterrorizado, sin poder sacarse aquel cacharro infernal.

Corriendo por el pasillo con aquella piraña traqueteando a toda pastilla colgada de su pene, llamó lleno de pánico al teléfono de urgencias.

─¡¡¡Socorro, socorro; manden una ambulancia urgentemente a la calle Cantarranas, 13 sexto A!!! ─gritó a todo pulmón al sanitario que recibió la llamada.

─ ¿Qué le ocurre, señor? ─preguntó éste.

─ ¡¡¡Que tengo mi pene dentro de un masajeador chino que no puedo parar!!!

─ Oiga es un delito hacer bromas en este número, la llamada queda grabada...

─¡¡¡Socorro!!! ─chillaba a grito pelado Pedro.

─Señor, tranquilícese, y lea las instrucciones.

−¡¡¡Venía sin instrucciones!!! ¡¡¡Socorro!!!

Cuando Pedro abrió la puerta al médico de urgencias, desnudo, y con aquel aparato rebotando como un yoyó, el galeno primero se asombró y luego casi se cae al suelo de la risa.

−¡Llamen a los bomberos, rápido! –ordenó el doctor a su compañero, ya serio –puede presentársenos un cuadro de necropsia y amputación del pene.

−¡¡¡Ampu… qué!!! ¡¡¡Ay Dios mío!!! ¡¡¡Socorroooooo!!! –suplicaba descompuesto Pedro.

Cuando llegó el bombero, se quitó el deslumbrante casco y agarrando la cizalla descomunal que usan para cortar la chapa de los automóviles accidentados, se acercó a Pedro y con voz serena trató de tranquilizarlo.

−Usted no se mueva, por favor, yo le libraré, pero estese quieto como un muerto. Voy a meter estas tijeras y cortaré la silicona lateralmente. ¡Sujétenlo de brazos y piernas con fuerza!… ¡Zás!. –El bombero le palmeo la espalda. –Ya está hombre, ahora respire hondo. Ya pasó.

Pedro miró de reojo su entrepierna y le pareció ver a un fideo chino.

De madrugada, cuando los efectos de los sedantes y antiinflamatorios se habían atenuado: se levantó de su cama, abrió su armario, cogió el paquete del masajeador, se vistió y bajó a la calle.

Era noche cerrada y la calle estaba tan desierta como las arenas del Rif, donde hizo la mili. Cogió el rotulador rojo de trazo grueso que llevaba encima, y escribió con letras mayúsculas sobre la caja: ALIENÍGENA ESPACIAL CHINO.

Y lo dejó delicadamente encima del contenedor amarillo.

 

Marcuan. Copyraig. 21/7/2023

 

*Pequeño gran hombre (Little Big Man). Película norteamericana de 1970 dirigida por Arthur Penn.

**El maquinista de La General (The General). Película muda estadounidense de 1926 basada en un hecho real sucedido en 1862, durante su Guerra Civil.

2 comentarios: