Todas las vidas son películas que el viento se llevará inexorablemente. Divirtámonos escribiéndolas y leyéndolas antes de que se conviertan en humo...
Las existencias de hachís
del chiringuito se habían agotado.
Durante los Carnavales hizo
muy buen tiempo y España iba bien, como proclamaba a los cuatro vientos,
henchido como un pez globo, el Presidente del Gobierno de España desde la tribuna del Congreso de los
Diputados…
─ Mañana a las cinco de la
mañana nos bajamos al moro ─dijo Curro a los allí presentes.
Manolo, Juan, Chano y Antonio
asintieron con rostros serios. Había mucho dinero en juego… y también mucho
riesgo: el riesgo de perder la vida o la libertad.
Refrescaba cuando el grupo
se juntó de madrugada alrededor de la mesa del bareto La Caleta, para tomar
café con leche con churros y unos molletes de jamón. El viento de poniente, húmedo y fresco, calaba hasta los huesos de aquellos hombres taciturnos,
golpeados por la vida como las desterradas huestes del Cid Campeador: polvo,
sudor y hierro* les esperaban por el camino de sus vidas… pero no había otra o
no la habían encontrado.
Cogieron el Ferry a Tánger
temprano.
Curro entregó a Mohamed una caja repleta de joyas.
Después de pasarlas por la piedra de toque una a una, y comprobar con el ácido nítrico que era oro de 18 kilates, el moro le entregó una bolsa de pasta de hachís, que éste comprobó y pesó en su báscula, asintiendo conforme.
─ Tú, Antonio ─señaló
Curro ─. Es tu primera vez y no la cagues. Controla tus nervios y haz lo que
hagamos los demás. Si te sientes mal me lo dices de inmediato. No hables con
nadie. ¿Entendido? Toma, este “mojón” es para ti: te cabe de sobra porque
estás gordo. Ahí tienes el tubo de vaselina para untárselo al preservativo.
Métetelo despacito por el culo y no hagas movimientos bruscos al andar, que tú
eres cojo. Jájaja.
Cuando todos salieron de
las letrinas Curro miró el rostro pálido y sudoroso de Antonio.
─No puedo aguantarlo Paco,
me estoy mareando, voy a vomitar ─se quejó Antonio en un susurro.
─ Claro que puedes, so
cabrón. Piensa en el dinero que necesitan tu mujer y tus hijos. Bebe un sorbo
de agua. ¡Mírame: Por tus muertos Antonio, todo irá bien, cojones!
Cuando cruzaron la
frontera marroquí, Curro entregó los pasaportes a su viejo conocido Mustafá.
Cuando llegaron al puerto
de Algeciras, bajaron del transbordador sin ningún problema y se fueron andando
hasta el Bar Rosita.
─ ¡Venga tíos, a cagar el
oro del moro y al coche! ─les gritó Curro eufórico.
Habían recorrido 20 km por
la Autovía de la Costa de la Luz camino de Cádiz, oyendo y cantando canciones
carnavaleras, cuando el Citroën C3 Aircross empezó a sufrir estertores…
─¡Me cagüen tos mis muertos!
¡Se me olvidó echar gasolina! ─gritó Curro dando un manotazo al volante y
apartándose hacia el arcén. ─Me voy a ir andando hasta la gasolinera. Está a 15
km. Tranquilos hasta que vuelva… ¡Joder, que viene un coche de la Guardia Civil!
¡Esconded todos los “mojones”*** en la cuneta! ¡¡¡Rápido!!!
(Continuará)
Marcuan © 4 de
Junio 2024.
* Castilla. Poema de Manuel Machado.
** Habibi: Palabra de origen árabe que se traduce literalmente como "mi amor" o "mi querido".
***"Mojones": Pasta de hachís empaquetada en un preservativo que se introduce por el recto, para su traslado furtivo.
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