jueves, 3 de noviembre de 2011

¡NO LUCIR!


Cuenta una fábula que un gusanito de luz pasaba al lado de un sapo. Éste le escupió todo su veneno. Agonizante, el gusanito le preguntó por qué le agredía sin haberle hecho nada. Con gran odio y rencor el sapo le contestó: "¡No lucir!".

Hay seres mediocres, acomplejados, infelices, criados sin afecto, maltratados por la vida que, en vez de trabajar para mejorarse, vuelcan, como el sapo del cuento, toda su frustración en hacer sufrir a personas que consideran débiles e inferiores. 

En cambio, son sumisos y cobardes ante los fuertes o ante sus jefes. 

No cambian nunca. Grábate esto en tu memoria para siempre: huye de ellos. No creas que tu amor, tu felicidad, tu alegría vital, tu inocencia, tu belleza, prestigio o cualquier "luz" que tengas les hará cambiar jamás. Sufrirás sus agresiones físicas o psíquicas para, al poco rato, estar a tu lado como si no hubiera pasado nada. Incluso te hacen regalos para que les perdones, ya que "nunca" lo volverán a hacer. Falso. Conseguirán de esa forma debilitarte para tener un control y dominio absoluto de tu persona y de tu mente, del que no se puede salir si no empleas dos cosas: conocimiento y coraje.

Si crees encontrarte en esta situación, lee los libros a los que me referí anteriormente. Y además el de Marie-France Hirigoyen "El acoso moral. El maltrato psicológico en la vida cotidiana" Editorial Paidós. Te ayudarán mucho en tu vida privada o laboral.

Recuerdo que todos los años, en las reuniones semanales de tutoria con mis alumnos de 12 años, escuchaba con mucha frecuencia quejas porque les insultaban. Quizás en sus casas o en la televisión basura, les digan o vean que al insulto se responde con otro mayor o con violencia. Y no debe  ser así. 

El que insulta "sin motivo" esconde el deseo secreto de llamar tu atención. Disfruta cuando le respondes con ira. Es un error. Cuando una persona que no te quiere te insulta, no le des importancia, emplea la indiferencia. "Pasa" de él. 

Sólo debes hacer caso de lo que digan personas que te quieren de verdad, que se preocupan de ti desinteresadamente, de las que te demuestran cariño y afecto.  Las personas más cultas y sabias del mundo nunca dan importancia al insulto, porque intelectualmente no es racional.

Otra cosa es llamar a las cosas por su nombre: un asesino convicto y confeso en un juicio legítimo, es un asesino y debe asumir que lo es para  rehabilitarse y no volver a serlo o para que los demás no quieran serlo. 

En mis próximos escritos os iré desmenuzando el mundo de las leyes, del Derecho, de los hombres y mujeres que consiguen con su trabajo que sigamos siendo seres civilizados, alejados del mundo natural del que procedemos... queramos o no reconocerlo. Pero esa es otra historia.


Marcuan

 

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