miércoles, 17 de octubre de 2012

¿POR QUÉ LAS LEYES Y LAS MUJERES ESTÁN PARA VIOLARLAS?



Debemos ser conscientes de que con la palabra podemos arruinar nuestra propia vida o la de los demás. Para siempre. Es como tirar una piedra: una vez lanzada, no puede volver atrás. 

Sí, nuestras emociones y sentimientos son muchas veces irracionales y hay que tener prudencia al manifestarlos.

Hoy me han enseñado en la Escuela de Escritores que el autor de un relato y su narrador, son cosas distintas.

Pues aquí os presento a la mía: una anónima narradora personaje secundario de un hecho real, que ojalá no se repita jamás; ni en broma.




“¿Y qué más da? Si sólo hay nueve votos y falta uno, se pone 10 y ya está… Las leyes son como las mujeres, están para violarlas.”

J.M. Castelao.
Expresidente del Consejo Gral. De la Ciudadanía Española en el Exterior.



Buenos Aires
Me quedé de piedra, la verdad: no le pega nada. Lo dijo cuando yo actuaba como Secretaria y faltaba un voto para poder cerrar legalmente el acta de la reunión del Consejo. 

No le hice caso y por eso, esta mañana, he podido mirarme a la cara.

¿Quién espera oír esas palabras de un señor tan mayor,  tan católico y tan culto? Tengo su misma moral e ideología,  pero no puedo comprenderlo… Además ha tenido que dimitir del cargo, perdiendo un retiro cómodo y bien remunerado.

Creo que lo ha traicionado el subconsciente.  Eso es lo que dice mi amigo Carlos, el profesor de Historia.
 
—Neniña, que todavía algunos paisanos piensan en el fondo como San Agustín de Hipona.

Yo creía conocer bien a este señor,  ya que fuimos compañeros de escaño en el Parlamento de la Junta de Galicia durante cuatro años y, poco a poco, me iba contando su vida. 

Recuerdo que me dijo que en 1955 su familia emigró a Argentina. Tenía entonces 14 años y empezó como niño de los recados. Medró, fue difícil, pero consiguió aprobar la carrera de  Derecho y, ya como abogado, abrió su propio despacho, llegando a ejercer también de procurador y de notario. Con el tiempo se convirtió en el representante de la diáspora gallega en el Río de la Plata. 
   
En 1998, el Ministro de Trabajo lo nombró presidente del Consejo General De Emigración. Captó tantos votos para nuestro partido en Argentina que, en 2005, lo metieron en la lista para el Parlamento gallego. Y ganamos.
 
En cierta ocasión,  me tocó subir a la tribuna de oradores a defender un proyecto de ley en contra de la discriminación de la mujer. Hacía tanto calor que me quité la chaqueta del traje y la até a mi cintura.

Mi compañero diputado Castelao, taladrándome con su mirada, me dijo con voz untuosa:

“…Fíjese, con lo hermosa que va usted, eso no hace bonito. La chaqueta ahí no hace bonito…”

Me pareció una actitud paternalista. En adelante acabé por detestarlo: a él y a todos. 
 
He decidido no presentarme a las próximas elecciones, porque no soporto vivir rodeada de tantos hipócritas.

No acabo de explicarme por qué, una y otra vez, seguimos obteniendo mayoría absoluta… ¿O tendrá razón mi amigo Carliño?

San Agustín de Hipona

“Por el buen orden de la familia humana, unos han de ser gobernados por otros más sabios. Por tanto, la mujer, más débil en vigor de alma y fuerza corporal, está sujeta por natura al hombre, en quien la razón predomina.

Las mujeres no deben ser  educadas de ninguna forma. Deberían ser segregadas, ya que son causa de insidiosas e involuntarias erecciones en los santos varones… No alcanzo a ver qué utilidad puede tener la mujer para el hombre, si se excluye la de concebir hijos. 
       
SAN AGUSTÍN DE HIPONA.



Marcuan: 17/10/2012.

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