Este relato está basado en un
hecho real, pero a ninguno de mis amigos del foro Moterus se le ocurriría actuar
como a Tina Smith (nombre y localizaciones ficticias).
Aunque si os contara alguna de las locuras que
casi todos hemos hecho encima de una moto, también os asombraríais. Sed prudentes.
Al
cabo de los Mossos d’Esquadra André
Puig* siempre le había fascinado Québec. No le asustaba el frío: él había
nacido en el Pirineo gerundense. Ni el idioma: sabía hablar francés. Y en
Québec hacía frío y se hablaba el francés.
Solicitó realizar un año de
prácticas con la Policía Montada del Canadá y se lo concedieron.
―Caporal Puig, mantingui les orelles i els ulls ben oberts ¡Ah! I sense passar, ni
un cèntim, el pressupost. Bona sort **―dijo su comisario jefe.
Un
mes más tarde de recibir aquellas órdenes, André Puig, no sentía el frío que
hacía en el calabozo, pero estaba helado por dentro. No tuvo dudas al hacer la
única llamada telefónica que le permitían sus carceleros.
― ¡Comisaria
Reina! ¿Es usted? ―chilló nervioso―, soy
André Puig. Estoy detenido en Montreal,
Distrito 8, en Québec, Canadá. Me han acusado por el homicidio
preterintencional de Tina Smith.
La muerta sólo hablaba inglés, y no la entendí. ¡Necesito ayuda, si us plau!
― ¿Homicidio
preter… qué? Oye André, no me vengas con bromitas… ¿sabes qué hora es?
―respondió Carmen soñolienta.
―En Madrid serán las dos de la madrugada.
Siento despertarle comisaria, pero no es una broma. Estaré incomunicado las próximas
72 horas ―contestó Puig―. Y se cortó la comunicación.
Cuando
el detenido fue trasladado, tres días después, ante el juez canadiense, cruzó
su mirada con la de Carmen, presente en la sala junto al abogado defensor. Y sintió que empezaba a deshelarse por
dentro.
―Señoría, con la venia, soy el
representante legal del acusado. Le presento un informe complementario de este
caso, elaborado por Carmen Reina de Quirós, comisaria de Interpol, donde se
prueba de manera irrefutable, que el agente de la policía española en prácticas
André Puig, no abandonó a la víctima
después de que cayera a un pozo con su scooter,
sin que ella hiciera caso a sus avisos y saltándose la barrera policial; sino
que, después de rescatarla del fondo de dicho pozo, se metió en el coche
patrulla para pedir ayuda médica.
Cuando
el acusado terminó de hacer la llamada y salió del vehículo, se dio cuenta de
que la mujer había escapado para recuperar su moto del agua, cayéndose otra vez al
fondo del charco. El señor Puig trató de
salvarle de nuevo la vida, pero la señorita Tina Smith ya se había ahogado.
Se acompaña una breve declaración jurada de la
madre de la fallecida, justificando la temeridad de su hija.
―Léala
en público, letrado ―dijo el juez.
―”Se
volvió a meter en el río para rescatar su moto Lucy: la adoraba”.
―El
detenido queda en libertad sin cargos ¡Se levanta la sesión! ―dijo el
magistrado, dando un enérgico golpe en la mesa con el martillo de madera.
La
comisaria de Interpol Carmen Reina de Quirós entró en la cafetería Le Pain Quotidien, cercana a la boca de metro de Tribunal. Aunque en la
calle hacía una temperatura agradable, le encantó el ambiente tibio que había dentro
del establecimiento y el olor a cruasanes recién hechos: los mejores y más
caros de Madrid.
Echó
un vistazo a su alrededor para comprobar que Elvira Ferrán no había llegado
aún, aunque los juzgados donde trabajaba como jueza de instrucción, le quedaban
próximos. Se sentó a esperarla.
―Hola Carmen
¿cómo estás? ―dijo Elvira a su espalda.
― ¡Ven
a mis brazos, aventurera! ― respondió Carmen levantándose y fundiéndose
en un abrazo con su amiga ―. Tenía ganas de verte después de tu crucero por
Egipto.
― ¡Oh,
sí! ―contestó Elvira ―ya te hablaré de mis ligues. Conocí a algún espécimen capaz de darte bocados con los ojos,
como los cocodrilos del Nilo.
Se
rieron a carcajadas. Ahora eran dueñas de su dinero, de su vida y de su
destino; hacía tiempo que las heridas, amargas, de sus respectivos divorcios,
habían cicatrizado.
―Aunque
antes, tienes que contarme por qué tuviste que viajar con tanta urgencia a Canadá
―dijo la jueza al sentarse.
―Por “amor
de moto”.
Cuando Elvira Ferrán cogió el metro en Tribunal,
de vuelta a casa, pensó en voz alta lo que le escuchó decir en una conferencia
al profesor Carlo María Cipolla***.
― “Una
persona estúpida, es lo más peligroso que existe”.
Marcuan:
28/11/2012.
*Ver
Marcuan: “Ónix negro”.
**Catalán.-
“Cabo Puig, tenga bien abiertos los oídos y los ojos. ¡Ah! Y no se pase un céntimo en el
presupuesto. Buena suerte”.
***Allegro
ma non troppo (1988). Teoría de la Estupidez. Carlo María Cipolla.
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