viernes, 1 de septiembre de 2023

NO ES NO - II

 En mi opinión, lo que diferencia al mundo animal del civilizado son las leyes. "Sed lex, dura lex": La ley es dura, pero es la ley . 

Nada ni nadie es perfecto bajo nuestro Sol y te puede pasar lo que el azar decida... pero para eso está la ley, para cumplirla sin distinción de raza, religión o género.

Todo lo que aquí se cuenta es ficticio, haya o no haya ocurrido aún. 

Este Blog es gratuito, no es obligatorio leerlo, y tampoco está escrito con otro ánimo que no sea el de divertir o informar, pero nunca para generar enfrentamientos o insultos: eso se lo dejamos a las redes sociales.

En la Escuela de Escritores de Madrid nos dijeron que un escritor -o un aprendiz de escritor, como es mi caso- tiene que ser valiente. 

Muchos mueren por serlo... y seguirán muriendo por la sagrada libertad de expresión.




─ ¡El “alivio” chicos! ¡Viene el “alivio”! Vuestro abogado de oficio os espera arriba ─gritó el funcionario de turno en los calabozos de la comisaría. ─Pedro Sánchez de Bei… no sé qué, prepárese para subir.

Pedro no había podido evitar, durante toda la noche, vomitar bilis en la celda varias veces a causa de la angustia. El hedor era insoportable. Pensaba que tenía que haber una equivocación. La última vez que recordaba haber tenido una relación sexual normal fue con su ex pareja, hacía más o menos un año, y no se llamaba Lucrecia. 

Subió las escaleras deprimido, ojeroso y maloliente: jamás en su vida había estado en un cuarto tan inmundo. Sentía estar viviendo una  pesadilla. Le dolían las muñecas y olía a miedo.

─Hola Pedro, me llamo Josefa, pero puede usted llamarme Pepa. Soy su abogada de oficio. Le voy a leer sus derechos…

─No hace falta, me han traído aquí sin hacerme ni caso. Yo no he agredido a nadie.  A esa señora Lucrecia, o como se llame, no recuerdo conocerla de nada ¡si ni siquiera he visto su foto!

La letrada,  de edad madura, miró a Pedro con profundidad desde detrás de sus gafas redondas. Su intuición y su experiencia le decían que aquel hombre era inocente de los delitos que se le imputaban. 

También sabía que para ganar un juicio tienes que tener razón, demostrar que tienes razón… y, aquí estaba la madre del cordero: que alguien te dé la razón. Y ese alguien, de momento, era la jueza instructora del caso: doña Clotilde Rosa  Espinosa, a la que se le había marchitado la flor, si algún día la tuvo, y se había convertido en una corona de espinas a la medida de sus clientes. 

Pepa y su señoría, habían tenido enfrentamientos de toma y daca en el estrado, en los que la letrada, brillante defensora de oficio, le había metido muchos goles por la escuadra a la jueza. No iba a ser un camino de rosas este caso… pero Pedro la había enternecido. Le recordaba al amor de su vida, asesinado en los barrancos de Tizi-n-Tichka en los montes del Atlas de Marruecos, cabalgando encima de su moto Trici: su querido cacharro de tres ruedas…*

─ ¿A usted le gusta el fútbol Pedro? Si es así prepárese para jugar un duro partido. Salte, corra, muerda, pegue patadas, codazos, cabezazos, sin piedad… porque no la van a tener con usted, Pedro; tiene al árbitro y al público del estadio en su contra y el otro equipo sabe hacer trampas. Luche Pedro, luche a mi lado, resista como el junco de la canción.

Pedro miró el rostro de bondad e inteligencia de su abogada y arrancó a cantar con lágrimas de rabia en sus ojos, la canción que ya se sabía de memoria**.  Su vozarrón de genes navarros, cortó en seco, como navaja de barbero, los murmullos de aquella comisaría, dejándola en silencio… un silencio espeso que olía como un queso rancio de gruyer.

Cuando me amenace la locura
Cuando en mi moneda salga cruz
Cuando el diablo pase la factura
O si alguna vez me faltas tú

Resistiré, erguido frente a todo
Me volveré de hierro para endurecer la piel
Y aunque los vientos de la vida soplen fuerte
Soy como el junco que se dobla
Pero siempre sigue en pie
Resistiré, para seguir viviendo
Soportaré los golpes y jamás me rendiré
Y aunque los sueños se me rompan en pedazos
Resistiré, resistiré

 

─ ¡Cálmese señor! ─rogó una voz apaciguadora a su espalda mientras le ponía una mano en el hombro ─Pepa es la mejor abogada que hay en la ciudad. Todo se aclarará ─dijo la policía novata.

─ Gracias Patricia: Y ahora echemos un vistazo a esa acusación, al auto de instrucción de mi amiguita y a las pruebas que se aportan...

 

Marco. Copyright.

1/9/2023

(Continuará)

 

 * Ver: "Güisqui y vodka para Tarik" en este Blog.

 ** Ver: "Tiempo de despedidas" en este Blog.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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